**Aunque parece que fuera ayer, la verdad es que los años han pasado. El primer día, es inolvidable, sobre todo porque siempre recordarás a aquella cara que te saludo primero, o como fue el recorrido para poder llegar a tu aula, mientras te sentías como un extraño estando frente al edificio de los talleres. Los lazos de amistad crecían de la mano con el tiempo, a pesar de que algunos se fueron quedando en el recorrido, siempre los recordarás. En el afán de buscar a alguien que compartiera conmigo la misma pasión por su carrera, di con la sorpresa de que no encontré solo a uno sino a varios, o mejor dicho, varias, que junto a mí, lograron formar un complemento sólido hasta el día de hoy. No solo unión por aquella pasión por lo que tanto nos gusta, sino también de amistad, cariño y desde siempre, apoyo. Gracias amigas, por estar siempre ahí.
**A las aulas se va a estudiar, el que estudia aprende, y el que aprende es porque de verdad quiere, pero en algunos casos siempre habrá una excepción. Las clases tediosas siempre serán atendidas, sobre todo porque a estas alturas de recorrido universitario, los juegos ya deben quedar atrás, pero el niño que cada ser tiene dentro suyo, algunas veces sale a relucir. La jirafa y el cerdito son prueba innata de aquello, es que Sandy y Emily no dejarán jamás de ser niñas y como sea encontrarán la manera de soltar alguna risa en un pequeño momento de clase jugando con sus “mascotas”, pero siempre tendrán a la mujer que llevan dentro para salvar la situación.
**Los viajes son divertidos, unos más que otros, pero todos imposibles de olvidar. El rumbo se emprendió un sábado de agosto a la media noche, el bus era exclusivo, solo para los amigos del salón. Las 6 horas de viaje no fueron excusa para evitar la diversión y las hazañas de los camaradas quinceañeros. Desde que se pisó tierra firme, el recorrido de un día por Paracas, Pisco y Chincha fue más de lo que esperaron, llevando un bonito recuerdo de cada minuto en aquellos lugares que hasta el día de hoy perduran. Imposible de olvidar, la playa y como todos quedaron empapados ante las olas de aquella, la lagunilla, tan solo por posar para una foto.
**Cómo olvidar a aquellos ídolos adolescentes que marcaron nuestros días, es posible que ahora seamos más maduros, pero uno siempre recuerda aquella fiebre que nos invadió al sentir tal admiración por algún artista. La fiebre pop de los noventa, alcanzó mi etapa. Los discos, las revistas, las fotos y los posters pegados en la pared de mi cuarto resaltaban la admiración que les tenía a cada uno de ellos. Canciones que no dejábamos de cantar, los especiales de MTV y las horas que pasaba pegada frente al televisor por esperar a ver el top 5 de Britney Spears me delataban completamente. Lastima que ahora la princesita del pop ya no sea tan decente como cuando quería ser como ella.
**Ojos negros, redondos y brillantes como la luna llena, el pelo negro y la mirada tierna. Corre traviesa por toda la habitación jugando con alma de niña. Ni siquiera su vestido nuevo es impedimento para que no pueda juguetear. Después del almuerzo se hecha a dormir, y en la tarde cuando la llevan al parque a jugar, corre rápidamente a la puerta para que la dejen salir. Le encanta esconderse debajo de la cama, y no es hasta la noche que se escucha: “¡Pinky!”, ladra como avisando que ya escucho. Le ponen la chompita de franela y sube a su cama de polar amarillo. Esa es Pinky, una niña atrapada en el cuerpo de un schnauzer.
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