A poco ya de cumplirse un año de la tragedia, Pisco aún no parece recuperarse totalmente. Hace ya dos años que no visito la ciudad de Ica, y la verdad es que ganas no me faltan. Después de todo, una mano más de ayuda no caería mal. Cómo podría olvidarme de aquellos compatriotas míos que se vieron tan afectados ante semejante terremoto de tal magnitud. Al parecer a las autoridades sí se les olvidó. Retirar escombros no representa la reconstrucción total que Alan García les prometió aquel 16 de agosto, en el lugar de los hechos, entre escombros y con la cara de desolación.
Vale recodar. Lima, 15 de agosto del 2007. Aquel, no fue un simple temblor. El clima ya se las traía, cielo iluminado y el resplandeciente sol de verano en el pleno invierno de todos los días. De pronto, de la noche a la mañana, Lima, la gris. Seis y cuarenta y cinco de la tarde, la tierra se volvió en el infierno. Tras un minuto del más aterrador movimiento telúrico sentido, -para mi generación claro- Lima era un caos. Pero, nadie imaginó que el protagonista de todo el drama, esta vez no era Lima. RPP, minuto a minuto, me informó donde se había dado el pandemónium. Epicentro: Pisco.
Las autoridades realizaron una buena labor a días posteriores luego de ocurrido el terremoto. La ayuda proveniente del extranjero también lo fue, y como siempre el Perú unido, logró recolectar una buena cantidad de donaciones destinadas a los damnificados del sur. Así pasaron los meses, la ayuda seguía llegando y no faltaban las dichosas “celebridades” que se paseaban por las calles de Pisco, Ica y Chincha, no sé si con aires de buscar popularidad o con las ganas de ayudar de verdad en el bolsillo. Tipo Laura Bozzo.
Mucho hablaron y hasta ahora poco han hecho. Viendo los reportajes en televisión y en otros medíos de comunicación se sabe que la situación de sus habitantes, es trágica. No parece que en realidad hoy, se cumpla un año. Pisco luce tal y como lucía días después del terremoto. Lo único que se ha hecho en estos 12 meses, es levantar escombros y derrumbar edificaciones que estaban por colapsar. Las familias damnificadas aún se sienten abandonadas. Durmiendo en carpas y esteras, con el polvo que se les impregna en la piel, como fiel testigo del olvido que ha sufrido la ciudad castigada por la naturaleza.
Ellos ya no creen en ninguna autoridad. A pocos días de cumplirse el año de la tragedia, los comerciales en el canal 7 sobre la labor del Gobierno, casi me convencen. Pero, la realidad es otra. Los bonos de 6000 soles para las familias aún no han sido entregados en su totalidad, y los que ya lo recibieron, de poco les sirve. Cómo construir si no les alcanza y peor aún, cómo construir si no hay en donde. Ahora entiendo mejor aún la huelga convocada por los afectados. Ya es hora de que se aceleren las cosas. “Es una situación crítica que no podrá cambiar de la noche a la mañana, menos en un año”, recalcó alguna vez, Juan Mendoza, el alcalde de Pisco. Creo que él, ya se las olía.
Las visitas del Presidente y de los ministros, además de las propagandas que se andan transmitiendo, tratan de maquillar la tragedia que aún sigue viva. Y que raro, justo por estos días. Pero por más que intenten, una imagen ya quedo plasmada. El Gobierno perdió la oportunidad de mostrar que podía hacer las cosas bien. Benditos los medios de comunicación y las imágenes transmitidas por TV, que por lo menos les dieron una razón por la cual debían acordarse de la región Ica más seguido. Oigan, aún no se puede voltear la página. No queda más que ponernos a pensar en qué es lo que realmente se podría hacer, si uno de estos castigos de la naturaleza nos vuelve a atacar.
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